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viernes, 6 de mayo de 2016

La lucha del que arriesga y se embarca

La preparación puede que sea una de las partes mas difíciles del viaje, y una de las más absurdas también,  pero al hacerla con ilusión se nos hace bastante sencilla. Os preguntaréis por qué digo absurda, pero creedme que cuando digo esto es por una razón de peso... A mis 20 años, ya he visitado más de 28 países y he organizado y visto organizar muchos de estos, así como también he visto como se iban todos los planes a la mierda, con perdón, en cuanto llegas al destino.

Nos tiramos meses preparando el viaje, para luego llegar allí y que el hotel no exista, nos pongamos enfermos, o un compañero se nos raje. Estas son las más típicas pero desde luego, hay miles de posibilidades que nos arruinarían el viaje sin mucho esfuerzo. Por eso, yo ya he aprendido a dejarme llevar, a no esperar nada y a dejar que todo fluya sin sobresaltarme por un desvío en mi ruta, por una ciudad menos que ver o por un país nuevo al que ir, el cual no me había estudiado en casa.


En este caso, tenemos 2 meses por delante, 64 días para ser más concretos. Mucho tiempo sí, o no tanto... depende por donde se mire. Para poder hacer un viaje como este, de los grandes, de esos por los que sí merece la pena dejarlo todo, hemos tenido que hacer sacrificios. Mi mejor amigo, y compañero de viaje, ha dejado un trabajo con contrato indefinido para irse a la aventura, y yo, he pospuesto mis exámenes para otra fecha, y dejado un trabajo a tiempo parcial con el fin de poder disfrutar de la que será sin duda, una de las experiencias más grandes de nuestra vida.

Todo el mundo nos decía que estábamos locos, por irnos así de repente tanto tiempo, o por atrevernos a dejar la estabilidad... Tanto fue así, que hubo 1 mes en el que mi compañero me iba a dejar viajar solo, por quedarse trabajando. Y es que, es cierto que hoy en día no regalan el trabajo pero... al final todas estas personas que te ponen pegas, te dicen que ojalá pudieran hacerlo ellas, irse y vivir la experiencia. Todos podemos en realidad, lo que nos diferencia a unos de otros, es la valentía para lanzarnos a la piscina, para ahorrar todo lo que podamos y salir del mundo.

 ¿Y si sale mal?

Claro, quedándome a trabajar 30 años más estoy seguro de que nada saldrá nunca mal, mis 15 días de vacaciones a lo seguro no traerán demasiada exaltación a mi vida y podré ir siempre sabiendo lo que me voy a encontrar. Pero no es lo que necesito en mi vida, necesito un cambio, algo que me haga replantearme todo y que cuando tenga 70 años pueda recordar y contar como algo grande.

Puede que os estéis planteando iros y dejarlo todo, que necesitéis un cambio o que simplemente queráis experiencias fuertes. Pues no lo penséis, porque no hay nada más increíble que viajar para conocerse a uno mismo, sea solo o acompañado.

Mi mayor experiencia en mi corta vida fue pasarme 1 mes por Nueva Zelanda y Australia, yo solo, habiendo perdido mi maleta, y todas mis pertenencias. Fue un viaje durísimo, me puse enfermo y perdí todo lo que tenía, pero mi frase al volver fue:

"Llegué creyendo que lo tenía todo cuando en realidad no tenía nada, ahora me voy sin tener nada pero creo que lo tengo todo"

Viajar no solo te da madurez, te ayuda a valerte por ti mismo, te enseña respeto, o aceptación mutua y personal,  sino que además te enseña a ver lo que realmente te hace falta para poder vivir, que es muy poco.

Así que os animo a hacerlo, lanzaos al agua y salid de la burbuja ahora que podéis, que es algo increíble y no os vais a arrepentir jamás.

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