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sábado, 27 de julio de 2019

¿Quién eres realmente?

Increíble. Te vas a la otra punta del mundo, y crees que con eso lo tienes todo hecho, que encontrarás las respuestas que andabas buscando con tantas ganas, pero lo cierto es que lo más probable es hundirte profundamente en un mar de dudas. La gracia de viajar, al menos para mi, es dejar todo atrás y ver las cosas desde la distancia, desde un lugar sin obligaciones, sin seres queridos, sin gente creyendo saber lo que necesitas o diciéndote lo que deberías hacer. Estas ahí, solo en la inmensidad, y cada vez que escuchas solo eres capaz de oírte a ti mismo por primera vez en mucho tiempo. Esto es bueno, pero también peligroso, porque si llevas tiempo sin hacerlo probablemente te encuentres con dolor, alegría, culpa, ira, vergüenza, tristeza, muchas emociones que te abrumarán repentinamente y no sabes de dónde salen. Aunque claro, para eso has venido, ¿no?. 


El otro día fui a un sitio en medio de dos islas, una especie de banco de arena blanca donde no había ni una sola persona a parte de mi, y me tumbé en la parte poco profunda. La isla que tenía en frente había sido una isla virgen, llena de vegetación y libre hasta hace pocos años, pero ahora había un resort, la isla era privada, había sido limpiada de corales y piedras y las cabañas, hamacas y árboles plantados no autóctonos habían hecho que esa isla dejase de parecer real. La isla puede parecer preciosa sí, pero la realidad es que cuando la gente se vaya, dejen de visitarla y de cuidarla, caerá, esos árboles morirán y esas frágiles cabañas y hamacas se hundirán. Sin embargo, la otra isla, llena de palmeras, lagartos, piedras, corales, seguirá ahí tal cual se ve, haya viento, humanos, o un monzón. Me quede en silencio durante unas 3 horas, pensando, y se me vinieron a la cabeza recuerdos, momentos de este último año, buenos y malos. Y tuve miedo, mucho miedo. ¿Soy como esa primera isla? ¿o quizá soy como la segunda?. No tengo muy claro en qué punto estoy, pero si tengo claro que quiero ser la segunda, con mis cosas feas, mis cosas bonitas, mis corales clavados en la arena, sin envidiar la arena falsa y limpia de la otra playa. Porque en el momento en el que sé bien quien soy, sé lo que quiero y acepto eso con orgullo y poder, nada ni nadie podrá volver a hacerme cambiar ni dañar sin que yo antes lo permita. 

Solo se que dentro de mi existe una persona a la que quiero más que a nadie, a la que entiendo y a la que respeto, una persona que me ha acompañado siempre y que jamás me dejaría caer. Por ello, tengo la obligación de ayudar a que esa persona pueda ser, pueda vivir y pueda gritar tanto como quiera de forma libre. Y me he dado cuenta de que en lugar de dejarla, me he dedicado a reprimirla racionalmente y a hacer lo que “debe hacerse”, a decorar la isla de mil formas para recibir el máximo numero de turistas posibles, y agradarles. Y ahí estaba, un vigilante que si te acercabas nadando te prohibía entrar preguntándote el número de habitación y diciéndote que necesitas venir en bote privado y no nadando. Ni si quiera esa isla deja ya que todo el mundo se acerque a ella, ni si quiera es capaz de decidir de quien se rodea, porque se ha convencido de qué gente es la más apta sin dar oportunidad a los demás. Miré a la otra, me acerqué nadando y vi a niños locales con tablas de surf, gritando, jugando. Vi a una mujer mayor recogiendo corales y conchas de la arena, que horas más tarde entrando en una tienda de souvenirs me dijo “tengo un regalo para ti”, y sacó una bolsita llena de preciosas conchas y me puso un puñado en la mano. Había dos turistas besándose bajo una palmera llenos de arena, sin toalla, sin hamaca, solo riéndose. Esa isla quizá permite el acceso a todo el mundo, esa isla quizá no tiene comodidades, y quizá solo se acerca a ella la gente a la que realmente no le importa mucho la apariencia, pero es libre. Y yo amigos, quiero ser esa isla, ahora y siempre. 

No se muy bien la relación que tendréis con vosotros mismos, pero desde luego la mía ha pasado por amor-odio en muchas ocasiones. No es por ponerme dramático, porque no cambiaría absolutamente nada de mi vida hasta ahora, ya que cada uno de mis actos me ha traído aquí hoy. Y necesito estar aquí, sé que es donde debo estar, y lo siento más fuerte que nunca. Pero muchas veces se me hace difícil saber si el camino por el que estoy conduciendo mi vida es el que realmente quiero, si lo estaré haciendo bien. Y por primera vez en mucho tiempo viajando por el mundo, al venir aquí he sentido un vacío que nunca antes había sentido. Creía que estaba en un momento increíble de mi vida, y realmente no tengo nada por lo que quejarme, pero quizá me he olvidado un poco de la persona que solía ser, y me he centrado bastante en la que me he convertido. 

Es lo curioso de estos viajes, que te encuentras con tu frágil yo del pasado, ese que has ido tapando y llenando de muros para sobrevivir de forma efectiva a las necesidades de la cruel y agresiva sociedad. Nos enseñan a ser triunfadores, a competir, y sobre todo a ganar. Todos debemos ser la mejor isla, para recibir más gente, ganar más dinero y aparentar más. Pero también nos enseñan a callar, a no pensar y a mantenernos dormidos en una rutina que nos impide despertar y ser nosotros mismos. Controlar esa isla les hace fuertes. Llega un punto en el que no tienes ni puta idea de quien eres realmente, con perdón. Todos tenemos muy claro como debemos ser con nuestra familia, como debemos ser en el trabajo, o en la universidad, y lo que es peor, la gente tiene claro lo que esperar de nosotros y el papel que requieren que ocupemos en sus vidas. Pero realmente, si todo eso se va a la mierda, si por un segundo no fuese necesario aparentar, si empezase de cero, si nada importase o no tuviera presión, ¿quién sería?.  Me parece gracioso que todos mis allegados cercanos crean que soy una de las personas más naturales y que menos aparenta, y que incluso yo mismo considere que cada vez soy más real, pero aún así llegar aquí y darme cuenta de que he dejado de hacer muchas de las cosas que me gustaban y necesito. Es lo que tiene vivir en esta sociedad, que vamos dando pequeños pasos para encajar y adaptarnos, hasta que un día esos pasos han sido tantos que se nos olvida cual era el lugar de origen. Y sí, esta bien aprender, está bien cambiar y está bien madurar, pero está mejor saber hasta que punto esos cambios han sido realmente desde dentro y no para agradar a los de fuera. 

Por suerte, me he dado cuenta a 25 días de acabar mi viaje, y estoy completamente seguro de que jamás volveré a ser el mismo cuando vuelva, pero también sé que cada día que paso aquí vuelvo a ser más yo, más real y que eso me hace muy fuerte, y sobre todo, muy especial. 

domingo, 21 de julio de 2019

Dias 1-2

Antes de empezar a comentar todo lo relativo al trayecto, alojamientos y comida quiero dejar claro que estamos haciendo un viaje low cost , esto no quiere decir que escojamos la peor opción siempre, pero sí que intentamos ir a hoteles baratos y comer en sitios decentes pero sin precios elevados. Maldivas es caro y permite poca flexibilidad, pero Sri Lanka si será un verdadero viaje low cost.

Nada más llegar a Malé, la capital de Maldivas, tuvimos que quedarnos a pasar la noche aquí debido a que no había transportes disponibles hasta el día siguiente. De hecho, si queréis viajar a Maldivas debéis mirar bien en qué isla de las miles que hay queréis quedaros unos días antes para enteraros de las horas a las que salen transportes si queréis evitar pagar una millonada. En nuestro caso hubiera dado igual ya que llegamos por la tarde y no hubiera habido manera ni sabiéndolo. Aquí debo decir que nos esperábamos una mierda en la capital y nos sorprendió mucho el hotel Rivethi Beach, que por el precio que tenía (unos 30 dólares) se encontraba a literalmente 3 metros del agua. Nada más llegar, salimos y al ver esa playa vacía y azul nos quedamos completamente alucinados. Después de bañarnos y pedir una piña colada al servicio del hotel (3$) decidimos irnos a buscar algún lugar decente para cenar. No hay mucho por allí,  pero encontramos un restaurante en el que por 6$ comimos un plato enorme de arroz frito con pollo al estilo tailandés que estaba buenísimo, y encima a la orilla de la playa y con luces. He de decir que el batido de chocolate helado es lo mejor que he probado en años. No recuerdo el nombre pero esta justo al lado del hotel que he comentado, solo tenéis que salir e ir hacia la izquierda. En fin, fue mucho más de lo que esperábamos, pero estábamos tan cansados que a las 8 ya estábamos durmiendo. Eso es otra de las cosas, aquí anochece a las 6 y amanece a las 6, así que el horario es bastante complicado. Como truco, nosotros nos hemos puesto el horario de Tailandia para acostarnos antes y levantarnos antes.

Al día siguiente por 100 rupias (6 euros) nos pidieron un taxi hacia el puerto, para coger el barco correspondiente. Sabemos que nos han timado y que por 30 vas de sobra, pero teníamos miedo de perderlo y salir a buscar un conductor independiente nos llevaría tiempo.Tuvimos que pedirles el teléfono en recepción para llamar al hotel de esta isla y asegurarnos de las horas, ya que si lo perdíamos el siguiente ferry era el miércoles. Las fotos que veis son del sitio en el que se compran los tickets para el
"ferry"público, y lo pongo entre comillas porque como podéis ver es bastante salvaje todo, pero por 5 euros y 4 horas de trayecto jamás me quejaría. Las otras opciones eran aviones privados y lanchas pero no bajan de los 100 euros las últimas y de 400 los primeros. Así que cogimos el transporte público como el resto de locales. Fue increíble para mi, que me senté en popa (la parte de atrás), donde teóricamente no se podía y tomé el sol tumbado en un cabo mojándome y sintiendo el viento en la cara. He acabado quemado y con un color estupendo, pero ha merecido la pena porque se me pasó volando.

Al llegar a nuestra isla, eso ya es OTRA COSA. Es el sitio más alucinante que he visto en mi vida, y mirad que he viajado eh...  La isla se llama Fulidhoo. Aguas cristalinas, playas blancas, vegetación exuberante. Nos estaba esperando un hombrecillo que debía medir 1.50 como mucho, pero fuerte como un toro. Cogió las 4 maletas de golpe y se las llevó diciéndonos que nos esperaban en el cuarto. Nosotros estábamos tan cegados por la maravilla de paisaje que nos pusimos a hacer fotos como locos olvidándonos de que toda nuestra supervivencia, dinero y vida se iban en esa maleta a no se sabe donde. Claro que, luego nos dimos cuenta de que la isla tenia menos de 1km de una punta a otra y que no había perdida. Esto es como una aldea, vivimos en casitas tipo apartamento y solo hay 4 tiendas, un colegio, y 3 restaurantes, lo cual nos deja con pocas opciones y a ellos con poder para cobrar de más. El nombre del hotel es Thundi Guest House y cuesta 25$ la noche aproximadamente. He de decir que en Maldivas es lo más barato, pero en Sri Lanka veréis hoteles de 5 euros la noche y cosas bastante mas asequibles. Hay 2 parejas de turistas a parte de nosotros y estamos bastante contentos porque apenas les hemos visto en todo el día, es como tener tu isla privada. No obstante, quizá después de unos días y alguna excursión a ver tiburones que estamos negociando nos vayamos a otra isla porque aquí hay poco que hacer a parte de descansar. No me malinterpretéis, si viniera con mi pareja estaría encantado, pero venir con un amigo no es lo mismo, y la diversión que busco es distinta.


Después de llegar y darnos una vuelta decidimos alimentar nuestro instagram de fotos maravillosas (@itsadrianchico por si queréis verlo), pero al acabar cansados nos dimos un baño y buscamos una cena digna. El hombre del hotel nos dijo que le avisáramos antes de las 4 si queríamos cenar en el hotel y eso hemos hecho. La cosa es que nuestro bote salió a las 10 de la mañana de Malé y eran las 5 y no habíamos comido tampoco, así que viendo que no había opciones abiertas me acerqué a una tiendecita perdida donde una amable chica me atendió sin saber mucho inglés. Cuando fui a pagar su hermana leyendo mi camiseta dijo "I'm your american dream, wow, that's sexy", y yo no supe ni como reaccionar así que salí medio rápido sonriendo. En cuanto llegué le pedí al señor del hotel cenar lo antes posible y a las 7 nos pusieron la mesa. La cena ha sido lo mas rural que he visto, un plato de arroz y pescado que probablemente hayan cogido esta misma mañana cocinado de una forma típica de aquí. Nos han exprimido un zumo natural de naranja y otro de manzana al momento y nos lo han servido con pajitas de metal. Ellos comían lo mismo que nosotros y es como estar en una isla desierta perdida pero integrado, ya conocemos a todos y ellos a nosotros. ¡Se saben hasta mi nombre! El caso es que son las 7 de la tarde y parece la noche más absoluta, sin gente, sin sonido, solo el mar y el viento moviendo las palmeras. Estoy escribiendo mi blog en una hamaca colgado de una palmera con la orilla del mar bajo mis pies, y varios cangrejos esperando a que caiga para darse un festín. Esto es un paraíso y de momento nos quedamos. Es lo bueno de ir sin nada planeado, que podemos decidir sobre la marcha. Yo no he acabado muy contento con la cena pero a mi amigo le ha encantado. Encima 10$, claro, saben que no hay nada mejor. Así que he ido a buscar otro sitio y después de recorrer la isla entera 3 veces he encontrado un local donde una señora mayor estaba cocinando arroz con un olor maravilloso. Le he preguntado si podía quedarme y cuanto costaba, y ella sin entender ha dicho señalando a su nieto que el podría contestarme.¡¡¡ Solo 15 rupias (1 euro)!!! y he comido el arroz mas bueno que he probado nunca, increíble. Estoy enamorándome de la gente de este país y de su cultura.

Seguiremos mañana,

Adrián


viernes, 19 de julio de 2019

DIA 1. 19 julio

Eran las 4 de la mañana, y de repente un dolor insoportable recorría todo mi cuerpo. No podía ni incorporarme en la cama, no entendía que estaba pasando y lo único que podia pensar en ese momento era "hoy justo no, por favor, ahora no". Me quedaban 7 horas para coger el vuelo y embarcarme en un viaje de más de 1 mes. ¿Me está pasando realmente esto? 

El dolor no se iba y empece a pensar que quizá no podría viajar 13 horas sentado en un avión , todo se iba a la mierda. No lo iba a permitir, he pasado cosas peores viajando. Así que me levante y fui a urgencias lo más rápido que pude sentándome a duras penas como mis pinchazos en la espalda me lo permitían. Quizá solo era un nervio pinzado, o quizá una simple lumbalgia. Pero, ¿En serio? 2 meses de verano aquí en casa sin problemas y justo el día antes de irme me ocurre algo que jamás antes me ha ocurrido y encima en un momento pésimo. 

En fin, el caso es que siempre intento ver el lado positivo y sacar algo bueno de la situación. Siempre he pensado que cada vez que he caído enfermo en un viaje, sobre todo en los que viajaba solo, me he hecho 10 veces más fuerte y he aprendido más de ese viaje de lo que lo hubiera hecho en condiciones normales. Así que pensé, genial, otro aprendizaje más, otro bache del que salir victorioso subiendo mi autoestima y demostrando una vez más mi capacidad de superación. Me crecí y tras 2 pinchazos intramusculares salí directo al aeropuerto rechazando casi a gritos con la doctora hacerme más pruebas. 

No puedo creerlo pero sí, he llegado al avión de puro milagro y ya estoy a punto de comenzar mi viaje por Sri Lanka y Maldivas, todo ha salido bien. 

El primer avión son 7 horas, tiene dos plantas y es increíble la diferencia entre Emirates y las demás compañías. Son las 3 de la tarde y apenas puedo dormir, tengo a dos personas al lado que cada vez que quiero salir al baño me miran con cara de pocos amigos, así que he dedicado mi viaje a escribir. Viendo la cara de asco de la primera vez, decidí salir 3 más solo por joder un poco, que así el viaje tiene más drama. 

Llegamos al fin a Dubai, 2 horas de escala y muy inocente voy a comprarme una botella de agua sin conocer a cuanto está el cambio con la moneda local, así que pago alegremente. Ocho euros, sí, casi no lo cuento. Pero al fin subo al avión, de 2 de la mañana a 6, una gran oportunidad para dormir pensé. Pero desgraciadamente a las 3 de la mañana consideraron oportuno dar el desayuno, así que decidí que no pude más, me tapé entero, me puse los auriculares y rechacé todo contacto con el exterior durante las 4 horas. La cara de asco que le ponía a Gonzalo y a la azafata cada vez que me rozaban con un dedo les hizo pillar el mensaje y dejarme dormir plácidamente. He pasado 2 vuelos sin apenas dolor de espalda, que la verdad pensé que dado como estuve en urgencias hacia tan solo unas horas sería mucho peor. 

Una vez en Colombo, tenemos 5 horas de escala y luego un vuelo de 2 horas hasta nuestro destino final, Maldivas. Hemos parado en un coffee shop, y aunque Gonzalo me ha aconsejado no beber nada con hielo, he bebido y comido como si de una comida normal se tratase, total, lo que no mata engorda. 

Me sorprende que no pueda ni pasear por el aeropuerto sin recibir miradas, ver a gente señalándome sin ningún pudor, o incluso a madres enseñándome a sus hijos como si de un mono de feria se tratase. En fin, no les culpo, miradme, 190cm, pelo afro y rubio, pantalones más cantosos imposible, y una mochila del tamaño de cualquier persona local. Realmente nunca he podido salir a una discoteca en Madrid sin que me paren a tocar el pelo 20 veces mínimo a la noche, así que esto tampoco me inquieta. A veces envidio a esa gente que visite el país que visite pasa desapercibida. Están en Mexico y podrían ser perfectamente de allí, o de Colombia, o de España. Podrían pasar por árabes en Africa y por nórdicos morenos en Noruega. Un asiático raramente les miraría y un europeo menos. En cambio yo, con la mezcla de mi pelo rizado y mis labios gordos (que podría ser brasileño), pero luego con mi piel clara y pelo rubio, no encajo en ningún sitio y estoy condenado a recibir miradas tanto buenas como malas. Espero que no se vuelva mucho peor al salir de aquí, porque si estos del aeropuerto están acostumbrados, no quiero ni imaginarme los de fuera. Lo que sí he podido comprobar ya, es que aquí señalar o mirar descaradamente no es una falta de educación como es en Europa, y tendré que acostumbrarme a aguantarlo sin inquietarme si quiero evitar problemas. De camino al baño unos 10 hombres han empezado a mirarme, señalarme y reírse, incluso uno ha venido y tocado mi pelo. Paciencia, eso es lo que voy a desarrollar en este viaje. 

Seguiré informando. 

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